martes, 23 de agosto de 2011

Células madre

Cada nueva realidad científica lleva aparejada una palabra, tradicional, prestada o recién nacida, para nombrarla. En la difusión de estas novedades y de sus nombres entre el gran público suelen tener una gran responsabilidad los medios de comunicación. El uso de estas nuevas palabras produce dudas y vacilaciones. Siempre es oportuno recordar que, en la lengua, los nuevos componentes se someten habitualmente a las reglas existentes, por eso nos viene bien refrescar estas reglas en nuestra memoria o aprenderlas por primera vez si no las conocíamos. Un ejemplo claro de popularización de un término científico lo encontramos en los muchos artículos y notas periodísticas sobre las células madre, a las que, con demasiada frecuencia, oímos o leemos con una formación incorrecta del plural: *células madres.

En la lengua existen grupos de palabras que suelen aparecer juntas y que funcionan como una unidad. En este caso estamos ante una unidad léxica compuesta por dos sustantivos. No son raras en español estas formaciones en las que el segundo sustantivo funciona como un modificador del primero; podemos hablar de un hombre rana, un sofá cama, y, desgraciadamente, un coche bomba. Si queremos expresar estos compuestos en plural solo modificaremos el primer sustantivo y así aparecerán hombres rana, sofás cama y, tristemente, coches bomba. Siempre habrá niños prodigio y, probablemente, mujeres objeto; y esperemos que si la ciencia y la investigación no dejan de sorprendernos nos quede mucho que decir y que escribir, correctamente, sobre células madre.

jueves, 18 de agosto de 2011

Releer y corregir

    Admiramos a los escritores que son capaces de usar el lenguaje con creatividad y que nos regalan páginas magistrales convertidas en obras de arte. El don de crear belleza con las palabras es patrimonio de unos cuantos. Los demás tenemos que conformarnos, que no es poco, con redactar con corrección y coherencia. La suerte para nosotros es que una redacción correcta se fundamenta en técnicas y prácticas que todos podemos aprender. Eso de escribir como se habla no da buenos resultados. La expresión escrita sigue unas reglas distintas a las de la expresión oral y es preciso que aprendamos a dominarlas. Tenemos que ser conscientes de la importancia de lo que un texto escrito, cualquiera que este sea, dice acerca de quien lo escribe. Habla de nuestra procedencia, de nuestro nivel cultural y también de nuestra claridad de ideas. Las nuevas formas de comunicación en formato electrónico nos enfrentan cada día con más frecuencia con la página en blanco. Pónganse a pensar en todas las ocasiones en las que un simple texto escrito - un mensaje enviado por correo electrónico, por ejemplo- puede funcionar como su tarjeta de presentación más personal. La ventaja que nos ofrece la lengua escrita es la oportunidad de releer y corregir lo que queremos expresar para obtener el mayor partido posible de nuestra lengua. Quédense, como aperitivo, con estas dos reglas fundamentales para mejorar nuestros escritos: releerlos y corregirlos.

lunes, 8 de agosto de 2011

El nombre de las tormentas

    Nuestra localización geográfica nos enfrenta cada año a una temporada ciclónica que nos mantiene en vilo. Fenómenos atmosféricos que nos rozan, nos tocan de lleno o pasan de largo. Los caribeños estamos familiarizados con sus nombres - unas veces en inglés, otras en español - que van siguiendo un riguroso orden alfabético, como si de una lista escolar se tratara. Estos nombres propios que se asignan a los fenómenos atmosféricos siguen la regla de escribirse con mayúscula inicial: David, George o la muy reciente Emily. Es completamente innecesario, como hemos leído en estos días, destacarlos con el uso de la cursiva o de las comillas. Los nombres genéricos que los acompañan se escriben, en cambio, con minúscula inicial: el ciclón David, el tifón Fred, el huracán Mitch o la tormenta Emily. Estos nombres comunes tienen orígenes interesantes que nos traen recuerdos de navegaciones y viajes. La palabra tifón designa a los huracanes que se producen en el mar de China y procede del portugués tufao y este, a su vez, del árabe clásico con influencias del latín y el griego. Del griego también procede el sustantivo ciclón. La palabra huracán, de origen taíno, nació en nuestras tierras para nombrar una realidad que a los taínos, como a nosotros, les debía resultar cotidiana. Estos "personajes" atmosféricos adquieren desgraciado protagonismo en estos meses y los vemos aparecer en titulares de prensa como si de verdaderos divos se tratara. Si tenemos que convivir con ellos aprendamos a prevenir sus consecuencias y a llamarlos por su nombre.       


 

lunes, 1 de agosto de 2011

Conciencia lingüística

    La verdadera trascendencia de un uso adecuado de la lengua radica en que esta nos acompaña en todos los actos de nuestra vida. La duda de vocabulario que hoy tratamos surgió entre un grupo de amigas que nos reunimos a charlar entre puntadas, o a tejer entre palabras, según se mire. ¿Concienciar o concientizar? Nacieron casi simultáneamente en ambas orillas del atlántico: concientizar del lado americano y concienciar del lado europeo. Los hablantes de una orilla encuentran extraña la palabra que usan los de la orilla contraria; no obstante, ambas son consideradas correctas y están incluidas en el DRAE como sinónimas para expresar la idea de 'hacer que alguien sea consciente de algo'. De estos verbos surgen, respectivamente, los sustantivos concienciación y concientización. Así va creciendo, palabra a palabra, la curiosa familia encabezada por el sustantivo conciencia. Decimos conciencia si nos queremos referir a la capacidad para distinguir entre el bien y el mal pero, si queremos expresar el conocimiento o la percepción en general, también podemos elegir consciencia. Como adjetivo el único disponible es consciente, que se construye siempre con la preposición de. Es esta ese, que falta en concientizar, la que provoca que muchos opinen que la formación de este verbo, y la de su correspondiente sustantivo, no es correcta. Debemos ser conscientes de que, nos guste o no, el uso y el tiempo van dándole forma a nuestra lengua, y así ha sido siempre.

Tertulia Nueva ortografía del español