lunes, 26 de septiembre de 2011

Una resurección

    Cualquiera que consulte el significado del verbo empoderar en el Diccionario de la Real Academia puede creer que los académicos se han despistado al calificarlo como palabra desusada. Últimamente la encontramos hasta en la sopa. No hay tal despiste. Este verbo ya existía en español como una variante del verbo apoderar; una variante que, con el paso del tiempo, había ido perdiendo el favor de los hablantes, hasta ganarse ese apelativo de desusada en el diccionario académico. Siempre se ha dicho que las palabras nacen y mueren. En esta ocasión podemos ser testigos de cómo una palabra resucita; eso sí, con un nuevo sentido y acompañada de su derivado empoderamiento. Tanto el nuevo significado como el nuevo sustantivo son calcos de los términos ingleses to empower y empowerment. Una palabra antigua resurge de sus cenizas por mor de nuestro vecino lingüístico y desarrolla el significado de 'conceder poder, generalmente a un grupo desfavorecido, para que mejore sus condiciones de vida', sentido este que ya no comparte con apoderar. Empoderar se ha especializado así para nombrar aspectos sociológicos mientras que apoderar, y su derivado apoderamiento, designan la acción de dar poder a otra persona para que nos represente. La mala fama de los préstamos lingüísticos no está siempre justificada. El contacto entre lenguas sirve muchas veces para revitalizar palabras que habían perdido aliento y reconvertirlas para que sigan cumpliendo su cometido, aunque no siempre lo consigan: lograr que nos entendamos.

lunes, 19 de septiembre de 2011

Vivir para ver

En ocasiones palabras que tienen el mismo origen etimológico, es decir, que proceden de una misma palabra, desarrollan distintos usos y significados. El hecho de que mantengan formas parecidas hace que se confundan con frecuencia, y que estas confusiones nos pasen desapercibidas. Esto suele sucederles a incluso e inclusive, una pareja de adverbios que surgieron de la misma palabra latina y que, hasta hace poco, no se consideraban intercambiables.

El adverbio inclusive significa 'incluyendo lo último nombrado': trabajamos desde el lunes hasta el viernes, ambos inclusive. Por tratarse de un adverbio es invariable; no cambia de género ni de número, por lo que es incorrecta la adición de esa ese con la que a veces aparece escrito por ahí.

El adverbio incluso tiene el significado de 'con inclusión, inclusivamente': vigilemos nuestra ortografía, incluso en los correos electrónicos. Las diferencias de significado entre estos dos adverbios son de matiz, como tantas veces sucede en las lenguas. La incorrección está en utilizar el adverbio inclusive como sinónimo de incluso. Seguro que muchos de ustedes han escuchado o dicho algo como *inclusive yo tengo dudas ortográficas, cuando lo correcto habría sido utilizar incluso. Los matices que diferencian estas dos palabras se han llegado a perder por un uso incorrecto generalizado hasta el punto de que el Diccionario panhispánico de dudas no lo rechaza, pues lo ha documentado en autores de prestigio, incluso en García Márquez. Vivir para ver.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Maratón de español

        Si hacemos caso de la definición académica, una tertulia es la reunión de personas que se juntan habitualmente para conversar o recrearse. Ambas cosas hicimos en una en la que tuve el honor de ser ponente para tratar sobre las nuevas, y no tan nuevas, reglas ortográficas del español. La aridez que muchos temen en esta materia desapareció gracias a una concurrencia interesada y participativa que sumó el aprendizaje a la conversación y la recreación. Entre las muchas preguntas que surgieron me gustó una relacionada con el género de la palabra maratón, 'en atletismo, carrera de resistencia en la que se recorre una distancia de 42 km y 195 m'. Su origen está en el nombre de una localidad griega, Maratón, situada a 42 km de Atenas. Un soldado griego, en el año 490 a. C., recorrió esta distancia para anunciar la victoria sobre los persas. Cuando la palabra maratón comenzó a designar la competición atlética, a principios del siglo XX, lo hizo en género masculino: el maratón; posteriormente también se generalizó su uso, válido igualmente, en femenino: la maratón. Por esta razón encontramos en la definición del diccionario académico las abreviaturas m. ('masculino') y u. t. c. f. (´úsase también como femenino'). Es un caso precioso de nombre propio transformado en nombre común y que ha desarrollado con el tiempo nuevas acepciones. También con ambos géneros podemos usarlo para denominar una competición de resistencia o una actividad larga e intensa que se desarrolla en una sola sesión. Un maratón de ortografía o una maratón de gramática no nos vendrían mal a muchos. ¿Se atreven?

domingo, 11 de septiembre de 2011

Vaya par

    Existen en español algunos pares de palabras que presentan diferencias de acentuación, de ortografía, o incluso de género, según en qué lugar de la geografía hispanohablante se usen, o qué nivel sociocultural o profesional las prefiera. Entre estas palabras que forman dobletes uno de nuestros lectores ha consultado acerca de la acentuación del sustantivo vídeo, o video. Este término tecnológico es un préstamo procedente del inglés. Su adaptación a nuestra lengua no ha sido uniforme en todos los territorios de habla española y esta circunstancia ha provocado un curioso doblete: dos acentuaciones distintas y ambas válidas.

    En España se usa exclusivamente la forma esdrújula vídeo, que conserva la acentuación etimológica original de la palabra. Su acento en la antepenúltima sílaba la convierte en una palabra esdrújula, con tilde, como todas las esdrújulas. Los hablantes de español americano, en cambio, usan mayoritariamente la forma video. En este caso estamos ante una palabra llana, es decir, acentuada en la penúltima sílaba; y, puesto que se trata de una llana terminada en vocal, la escribimos sin tilde.

    La forma video- puede aparecer también utilizada como prefijo para formar nuevas palabras. Los prefijos tienen la característica de carecer de acento. Por esta razón lo escribimos sin tilde en palabras tan familiares para nosotros en los tiempos que corren como videojuego, videoconferencia o videollamada.

    Una vez elegida una de las formas del par, debemos mantenernos apegados a ella. En esto de los dobletes correctos, como en tantos otros aspectos, lo importante es mantener la coherencia.


 

Cuestión de cercanía

    Posiblemente muchos de ustedes hayan dudado a la hora de colocar el artículo o el adjetivo de los sustantivos femeninos que comienzan por a- o por ha- tónicas, como, por ejemplo, agua, hacha o alma. Como encontramos estas situaciones con frecuencia, es aconsejable que tengamos clara su utilización correcta. Si el artículo precede inmediatamente al nombre debemos usar el: el agua escasa o el hacha afilada. Este uso llega a nuestros días por razones históricas y así lo mantenemos.

    El uso de el termina en cuanto intercalamos otra palabra: la escasa agua o la afilada hacha. Por supuesto, si es un adjetivo, tiene que concordar en género femenino con el sustantivo. Lo mismo sucede con otros adjetivos, entre ellos los demostrativos: esta hada, aquella ala o mucha hambre. En el caso de que queramos usar el indefinido podemos decantarnos por la forma terminada en –a o por la forma apocopada: un habla o una habla, algún
hada o alguna hada. Ambas son correctas.

    Si vamos a usar el sustantivo en plural no hay duda: la forma elegida debe ser siempre la femenina: unas aulas, las arcas o aquellas arpas. Las excepciones, que casi nunca faltan, son tres: los nombres de las letras (la hache), las siglas (la ANJE) y los nombres propios de persona con artículo (me alegré de encontrar a la Ada de siempre).

    Una vez más pequeños detalles que hacen grandes diferencias. Pequeñas cosas que nos ponen a pensar y demuestran nuestro buen uso del idioma.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Más difícil todavía

    El servicio de consultas lingüísticas de la Academia Dominicana de la Lengua recibe a diario dudas y comentarios acerca del uso de nuestro idioma. La convivencia con la lengua española es tan estrecha que es normal que nos surjan con frecuencia dudas e inquietudes que en la Academia tratamos de resolver lo mejor que sabemos. Este servicio lo tienen a su disposición en nuestra página electrónica www.academia.org.do o a través del correo consultas@academia.org.do. Son muchos los hablantes que confían en nuestras respuestas. Como ejemplo les ofrezco la curiosidad de una de nuestras usuarias: las preposiciones que encabezan algunos apellidos ¿se escriben con minúscula o con mayúscula? Un pequeño detalle más que hace la diferencia entre lo correcto y lo incorrecto. Si el apellido acompaña al nombre de pila (algún día tenemos que recordar la razón de esta denominación) se escribe en minúscula; así Juan de Jesús o María de la Rosa. En cambio, si el apellido no acompaña al nombre, la preposición se escribe con mayúscula inicial: Sr. De Jesús o Sra. De la Rosa. Aunque se torna más inusual cada día, la preposición de más el apellido del marido para nombrar a la esposa también se escribe con minúscula; según esta fórmula la esposa del Sr. García sería María de García. ¿Y si el esposo se apellidara De la Torre? La esposa sería María de De la Torre. En la ortografía, como en el circo, siempre existe un más difícil todavía. En ese caso, recurran a la Academia de la Lengua. Estamos a su disposición.