martes, 27 de agosto de 2013

Para mucho más


              No me canso de recomendarles que tengan a mano un buen diccionario. A mí se me hace imprescindible y aspiro a que muchos de ustedes compartan esta necesidad. El diccionario nos ayuda con el significado de las palabras, nos asiste, y mucho, con la ortografía y también, sí, también, con la gramática.
              Los diccionarios tradicionales incluyen la gramática de varias formas. Además de indicar la categoría gramatical de cada palabra, es decir, a qué clase de palabras pertenece, suelen proporcionar un apéndice gramatical. En ellos suelen aparecer modelos de conjugación verbal. Cuando un verbo es irregular se nos dice conforme a qué modelo se conjuga para que podamos conocer su forma correcta.
              Estos modelos de conjugación tradicional han cambiado mucho con los nuevos formatos digitales de los diccionarios. Ahora su uso es fácil y está al alcance de muchos hablantes. Mi hija, que se resiste a la conjugación irregular de verbos como satisfacer desde que le apareció en un examen, es una candidata segura a utilizarlo con frecuencia. Le expliqué que satisfacer se conjuga como hacer. En condicional, por tanto, será satisfaría como el condicional de hacer es haría. En presente de subjuntivo serán satisfaga y haga, respectivamente.

              Mucho más práctico le resultó entrar en la versión en línea del Diccionario de la lengua (http://lema.rae.es/drae) de la Real Academia, buscar el verbo satisfacer, pulsar en el pequeño óvalo azul a la izquierda del verbo con el rótulo conjugar, y, por arte de las nuevas tecnologías, encontró la conjugación completa en su pantalla.
              ¿Seguimos pensando que las nuevas tecnologías no harán que satisfagamos nuestros deseos de aprender?

martes, 20 de agosto de 2013

Muchos pero en singular


              Desde nuestros días escolares relacionamos el singular con las palabras que se refieren a una sola cosa o persona y el plural con las palabras que se refieren a más de una. Nuestra lengua tiene además sustantivos que, en número singular, se refieren a una realidad plural. Se denominan sustantivos colectivos y estoy segura de que, aunque los términos gramaticales les resulten extraños, si les hablo de rebaño, higüeral, familia, enjambre, mosquero o palmar, saben muy bien a lo que me refiero. Todas estas palabras designan un conjunto de seres que pertenecen a la misma clase.

              La lengua tiene sus propias reglas internas que le permiten funcionar como un mecanismo engrasado. Cuando estas palabras (recordemos que están en singular) funcionan como sujeto, el verbo debe conjugarse en singular.  Muchas veces nos dejamos llevar por la realidad y nos olvidamos de la gramática, sobre todo si sujeto y verbo están muy alejados en la frase.  La gente del barrio, que había organizado una junta de vecinos, se *reunían todos los sábados. El verbo debió ser reunía porque el sujeto gente es singular, aunque se refiera a un conjunto de personas. 

              Como siempre hay casos particulares. Si el verbo de la oración es ser y el atributo es un sustantivo, ambos van en plural. La gente del barrio son ciudadanos comprometidos. Sin embargo, si el atributo es un adjetivo, tanto el verbo como este concuerdan en singular. La gente del barrio es activa y dedicada.

              Cuando hablamos de gramática muchas veces nos preguntamos cómo es posible que nos acordemos de todos estos detalles. Esa es la grandeza de la cercanía de una lengua materna. La hemos interiorizado hasta dejar de notarla. No la demos demasiado por supuesta.

martes, 13 de agosto de 2013

Feliz centenario


En agosto de 2013 conmemoramos el tercer centenario de la fundación de la Real Academia Española. En 1713, exactamente un jueves 3 de agosto, un grupo de intelectuales españoles decidió  formar una corporación para la defensa y mantenimiento de la lengua española, al estilo de las que ya existían en Francia e Italia para la defensa del francés y el italiano. Y fíjense que su nombre es ese, Real Academia Española, y que no lleva, aunque a veces se le ponga, el “apellido” de la Lengua. Fue la primera de estas corporaciones en España y, por su condición de primera y única en ese entonces, no necesitaba apellidos para individualizarse.  

Los académicos se fajaron de inmediato. Su objetivo principal fue la construcción de un diccionario, que después se conoció como el Diccionario de Autoridades y vio la luz entre 1726 y 1739. Las palabras que pueblan sus seis volúmenes están ejemplificadas con citas de autores en lengua española; son las autoridades que muestran cómo se usan las palabras. Con su iniciativa demostraron su pasión por su propia lengua a la que le dedicaron estas palabras: “La lengua castellana en nada cede a las más cultivadas con los afanes del arte y del estudio. Es rica de voces, fecunda de expresiones, limpia y tersa en los vocablos, fácil para el uso común, dulce para los afectos, grave para las cosas serias, y para las festivas abundantísima de gracias, donaires, equívocos y sales”.

Durante largos años la Real Academia fue única; con el tiempo se rodeó de hasta 21 academias que representan a los hablantes de otros tantos países en los que se habla el español como lengua materna. Entre ellas está nuestra Academia Dominicana de la Lengua, fundada el 12 de octubre de 1927, y que comparte con sus iguales la misma misión: estudiar, defender y valorar el español de todos.  

 

 

martes, 6 de agosto de 2013

Consejos para elegir las palabras II


Desde la semana pasada tengo una deuda con ustedes. Espero que hayan practicado con los cinco consejos que les propuse y que ahora hagan lo propio con los cinco restantes.  

Sexto consejo: huir de las redundancias. Expresiones como cita previa o protagonista principal demuestran poco dominio del significado de las palabras. Si se paran a pensar, las citas siempre son previas y los protagonistas principales.  

Séptimo consejo: evitar el uso excesivo de las perífrasis. Si se puede decir empezar, ¿por qué decir dar inicio? 

Octavo consejo: rehuir los extranjerismos. Si en nuestra lengua hay una palabra que expresa un concepto, es innecesario, y demuestra pobreza de vocabulario, recurrir a una palabra de otra lengua. Si en español tenemos los hermosos consejos, ¿por qué de repente tienen que convertirse en tips?    

Noveno consejo: elegir el registro correcto y no cambiarlo mientras escribimos. Si nuestro escrito admite el tono coloquial, debemos mantenerlo; si, por el contrario, nos decidimos por un tono formal, debemos serle fieles.  

Décimo consejo (mi preferido): no le tengan miedo al diccionario. Un amigo confiable que nos ayuda con los significados de las palabras y con su ortografía nunca viene mal. Es el manual de consulta esencial para un hablante y mientras más lo usamos, más lo necesitamos.

No reserven estos consejos para escritos largos y formales. Ténganlos a mano y aprovéchenlos cada vez que escriban (notas en la puerta de la nevera, listas para el súper, correos electrónicos y mensajes de texto o en las redes sociales). Todos nos lo agradecerán.