martes, 26 de noviembre de 2013

La lengua en la calle


              La lengua española nació del latín allá por el siglo IX. Esta información podría quedarse en un sencillo dato histórico si no fuera porque los primeros documentos conocidos de nuestra lengua tienen un encanto especial. Durante la Edad Media los monasterios eran los centros de cultura por excelencia: productores, custodios y transmisores de cultura.
              En tierras españolas de Burgos, en el monasterio de Santa María de Valpuesta, aparecen los primeros testimonios escritos de los balbuceos de la lengua española. La colección de documentos conservados entre los muros castellanos de este monasterio se la denomina como el Cartulario de Valpuesta. Según el tipo de letra en el que están escritos se les da los sobrenombres de gótico y galicano.
              El Becerro de Valpuesta incluye numerosos documentos, los primeros datados en el IX, que registran donaciones que los particulares hacían al monasterio a cambio de bienes espirituales. Los escribientes encargados de dar testimonio escrito de estas donaciones debían hacerlo en latín, que era la única lengua considerada de cultura, puesto que la lengua romance no se consideraba digna para estos menesteres. No crean que me he equivocado. Un cartulario se llama también un becerro, debido a la piel curtida de res con la que está elaborado.
              El filólogo Gonzalo Santonja se refiere a la lengua de los becerros de Valpuesta como un latín en un estado muy evolucionado y lo describe con una imagen vívida: “La lengua de los becerros de Valpuesta es una lengua latina asaltada por una lengua viva, de la calle, que se cuela en estos escritos”. No está de más que, volviendo a nuestros orígenes, nos dejemos asaltar de vez en cuando por la lengua de la calle. 

Comer gallina: una locución muy nuestra.

 
La locución comer gallina se incluye en el Diccionario del español dominicano:
 
comer gallina loc. verb. Conversar una pareja de enamorados. pop. col. Disla Manolo 73 Un domingo en la mañana, estando junto con María Teresa en el patio COMIENDO GALLINA, llegaron Manolo y Minerva, y nos saludamos, abrazándonos felices y contentos.

 

lunes, 25 de noviembre de 2013

Un diccionario muy dulce


Una de nuestras palabras: "quipe".

El Diccionario del español dominicano (DED) incluye la entrada dedicada al sustantivo quipe:

quipe m. Fritura preparada con trigo molido y rellena de carne molida con especias.  Gautier Tiempo para héroes Pormenores 7 Como no le vendían bebidas en el bar, abrió la caja de ron destinada a los Fondeur y, con los QUIPES de Guarionex, se sentó bajo las estrellas, en el área descubierta de proa.
 
 
 

 



 
 





 
 

 

jueves, 21 de noviembre de 2013

Una experiencia humana


El Diccionario del español dominicano me ha aportado grandes experiencias. La experiencia lexicográfica, por descontado, difícilmente podrá ser cuantificada. Son pocos los lexicógrafos que disfrutan de la oportunidad profesional de enfrentarse desde el origen a un proyecto ambicioso e ilusionante como el que hemos vivido en la Academia Dominicana de la Lengua.

Permítanme que hoy deje a un lado esta experiencia profesional y les hable de la experiencia humana. El contacto diario con el español de la calle, de los medios de comunicación, en las aulas, provoca a menudo la sensación de que nada de lo que podamos aportar logrará que las cosas mejoren. El trabajo con el diccionario ha sido el antídoto perfecto. Ha despertado un interés y una expectación que me han servido de acicates a la hora de buscar palabras y expresiones, de analizarlas o de perfilar sus definiciones.

He convivido durante estos años con una inevitable pregunta: La palabra “…”, ¿está ya en el diccionario? Repetida una y otra vez se ha convertido en el control de calidad perfecto para analizar por qué derroteros se estaba moviendo nuestro trabajo. Ha sido la demostración más palpable de que los hablantes dominicanos se saben dueños de una manera peculiar y personal de hablar el español.  

Los diccionarios siempre van a la zaga de la vitalidad de la lengua. Cuando una edición se cierra, otra da sus primeros pasos. La primera edición del Diccionario del español dominicano se ha cerrado. Asistiremos a su lanzamiento el jueves 21 de noviembre a las 6 de la tarde en la Academia Dominicana de la Lengua.

 A la pregunta “¿Está en el diccionario?” solo nos queda invitar a los hablantes a que, si no encuentran una palabra entre las páginas del DED, nos envíen sus propuestas para la próxima edición.   

 

martes, 12 de noviembre de 2013

Nuestro diccionario en cifras


En la Academia Dominicana de la Lengua hemos cumplido un sueño: el Diccionario del español dominicano. Las cifras hablan de los resultados.

Nuestro diccionario incluye casi once mil entradas. Si nos imaginamos el diccionario como un inmenso edificio en el que cada palabra vive en su propio apartamento, el edificio del DED tiene 10900 apartamentos, algunos con una habitación (palabras con una sola acepción), algunos con varias (palabras polisémicas). Los hay incluso enormes, como el de vaina (4 acepciones y 10 locuciones) o el del verbo tirar (16 acepciones y 6 locuciones); algunos parecen verdaderas mansiones, como el de palo, con 56 locuciones, 2 frases proverbiales y 10 acepciones, entre las que se encuentra aquella que se podría ejemplificar como Este diccionario es un palo (disculpen la inmodestia).

 Algunas palabras combinadas adquieren significados insospechados que poco tienen que ver con sus significados aislados. Si guindar los tenis no solo significa ‘colgar unas zapatillas deportivas’, consulten las 4200 locuciones del DED 

Los ejemplos en el diccionario ayudan a su lector a ver las palabras en funcionamiento. En el DED hemos incluido más de 8000 ejemplos. La mayoría, unos 6000, procede de obras literarias de autores dominicanos; más de 600 se han extraído de páginas electrónicas dominicanas.  

Las cifras del Diccionario del español dominicano, aunque reveladoras, no son lo más importante. Mientras se construye un diccionario, como un edificio, la estructura es la protagonista. Una vez que la obra está en pie es esencial que vivamos en ella. Habitemos nuestro diccionario para que sus páginas se pongan al servicio de nuestra vida.

 

martes, 5 de noviembre de 2013

Misión cumplida


Hace unos días entregué las últimas páginas del Diccionario del español dominicano para su publicación. Cuando nos embarcamos en el gran proyecto de su diseño y construcción nos parecía que nunca podríamos llegar a este momento. Y, cuando digo nos embarcamos, no estoy utilizando lo que se conoce como plural de modestia: este diccionario va a ver la luz gracias al esfuerzo mancomunado de la Academia Dominicana de la Lengua y de la Fundación Guzmán Ariza pro Academia Dominicana de la Lengua.

Para hacer realidad los grandes proyectos son imprescindibles los conocimientos pero también la inmensa generosidad de compartirlos para lograr una obra común. Bruno Rosario Candelier, Director de la Academia Dominicana de la Lengua, derrocha conocimientos y generosidad intelectual para compartirlos. 

Para hacer realidad los grandes proyectos es imprescindible el entusiasmo y nosotros lo hemos mantenido incluso en los momentos más difíciles. Fabio Guzmán, presidente de la Fundación, y académico correspondiente, lo transmite con su pasión por la lengua y por el trabajo bien hecho.  

Para hacer realidad los grandes proyectos son imprescindibles la tenacidad y el rigor. Roberto Guzmán, académico correspondiente, que los ejerce como nadie, los ha puesto al servicio de este diccionario.  

Para hacer realidad los grandes proyectos es imprescindible que muchos pongan su mejor granito de arena. Muchos han sido los que han trabajado duro en esta obra lexicográfica, cada uno en su área (Loli Jiménez, Mickey Frith, Teresa Melián, Ruth Ruiz, Domingo Caba, Yolanda Garisoain). Todos pueden sentirse orgullosos de su trabajo. 

Ahora que lo pienso bien no me cabe la menor duda de que el Diccionario del español dominicano, ya no un proyecto sino una realidad, ha llegado a buen puerto. Misión cumplida.

 

 

viernes, 1 de noviembre de 2013

No dejemos rendijas


Los pronombres son palabras muy especiales. Su nombre ya nos da una pista sobre su función en la lengua: tienen la capacidad de sustituir a un sustantivo. Entre ellos están los pronombres personales. Uno de ellos (el pronombre personal átono le/les) nos trae de cabeza cuando lo usamos.

Con un pequeño esfuerzo podemos usarlo correctamente. Este pronombre se usa para sustituir al complemente indirecto en la oración. A veces también lo duplica y tanto el pronombre  como la forma plena aparecen al mismo tiempo en la frase. Por el género no tenemos que preocuparnos: este pronombre se refiere tanto a sustantivos femeninos o masculinos. En la frase Le ha dado un abrazo a su hermano el pronombre le se refiere al sintagma a su hermano. Si el sintagma fuera a su hermana el pronombre seguiría siendo el mismo: Le ha dado un abrazo a su hermana.

El único detalle que debemos tener presente es que hay que mantener el número del nombre al que se sustituye o al que nos referimos: Les ha dado un abrazo a sus hermanos. Si no hacemos esta concordancia la frase que resulta es incorrecta: *Le compramos un helado a los niños. Si el referente es múltiple el pronombre debe ser también plural. Si mandamos un correo electrónico a Eva y a Maite no *le mandamos un correo sino que les mandamos un correo.

La concordancia es la que hace la diferencia. En la escuela pasamos sobre ella como de puntillas pero es muy importante que comprendamos que supone la ligazón imprescindible para unir unas piezas con otras. Si las piezas no encajan lo que queremos transmitir se nos escapa por las rendijas.